No es
culpa de la vida, que en sereno
y
delicado cauce aún permanece,
ni es
culpa de la muerte que a ajeno
y
amargo fin, impávida obedece.
No es
culpa de la noche, que en su seno
trae el
sosiego con el que nos mece,
ni lo es
del día, que de luces pleno
nos
ilumina desde que amanece.
¿Por qué deben pagar los inocentes
los
errores y vicios más ajenos
si rara
vez los paga el delincuente?
Vivimos
entre nidos de serpientes
que con frecuencia vierten sus venenos
quedando
impunes, descaradamente.
Alma en el verso
6 comentarios:
Ay amiga, así es la vida en cualquier rincón de esta tierra, somos hijos de cierta ley de supervivencia, ley de la selva. Claro nos aferramos a valores, a sentimientos, a percepciones, a arte y poesía, a amistad, sin todo eso y más, no caemos, y aún sobre vivimos, claro que lograrlo es bastante!
Felicitaciones por el poema, un abrazo grande.
Elisa
"Así es la vida"... frases como esa son las que inspiraron este poema. Es claro que vida e instinto de supervivencia van íntimamente unidos, pero creo que culpamos con excesiva ligereza a la vida de esta nuestra singular forma de vivir contra natura, de la que la misma vida y la propia naturaleza son víctimas, como lo somos la gran parte de la población del planeta de tantos abusos con los que cargamos. Sobrevivir con esta forma de vida es cada vez más difícil, toda una heroicidad… basta mirar el actual panorama.
Muchas gracias, Elisa.
Un abrazo
nidos de serpientes y víboras... y chorizos... el mundo está muy podrido para desgracia de algunos que nos consideramos honrados, que no perfectos... todos podemos hacer daño sin querer... nadie está libre pero de ahí a hacer mal por hacer...
biquiños,
Qué penoso espectáculo el que va saliendo a la luz en estos últimos tiempos...
Muchas gracias, Aldabra. Un abrazo
Veo que te gusta hurgar en la herida que estamos sufriendo, a ver si sana de una vez, sacando lo que esté dañado. Sólo hay un remedio, pero no se aplicará, porque son jueces y partes los que también son delincuentes.
Felicidades y un abrazo, amiga mía.
El propósito no es hurgar sino denunciar y es la propia herida la que nos mueve a hacerlo. Muchas gracias, Cristino.
Un abrazo
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