Hay quien va por
la vida sin abrir
ni un instante su
férrea coraza,
y dentro de ella
vive y se desplaza
frío y distante
para no sufrir.
Aferrado a su
forma de sentir
intenta ser feliz
sin la amenaza
del contacto
cercano que rechaza,
pensando así,
lograr mejor vivir.
¿Qué clase de
felicidad es esa
que condena a
pasar la vida entera
ocultándose en un
caparazón?
¿De qué sirve que
el alma quede ilesa
si eso conduce a
huir de la emoción
y el sentimiento
que vivir genera?
Odiosa y cruel barrera
ha de ser la que
por quedar ileso
lleve a vivir entre sus muros preso.
Alma en el verso
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