Qué inmensa soledad la de esta tarde
de estío en la que por la piel rezuma
la inclemente calima en que todo arde,
incitando a buscar entre la bruma
un soplo de aire fresco que resguarde
del riguroso infierno con que abruma
o una tierna caricia que nos guarde
hasta que su crudeza se consuma
y se abran otra vez, todas las puertas
que ahora a cal y canto nos encierran
en la oscura penumbra del hogar,
tratando de llenar las horas muertas
con las cosas sencillas que destierran
esa astenia que invita a zozobrar.
Alma en el verso
4 comentarios:
Hermoso soneto. Qué real la sensación del cuerpo abrumado por el afuera y el espíritu tomando fuerzas. Aquí atravesamos un mes duro de invierno, cuesta imaginar aquel entorno y lo lográs transmitir con mucha belleza.
Un beso y todo lo mejor.
Elisa
Aquí sin embargo, ahora y siguiendo la norma de los últimos años las altas temperaturas de "afuera” castigan sin compasión, no sabes como deseo un poco aire fresco y natural que tonifique.
Muchas gracias, Elisa. Besos
Tú lo has dicho; en esa oscura penumbra del hogar y con las cosas e ideas más sencillas a mano, no cabe duda que suponen un ungüento para el espíritu.
Felicidades por el soneto y un abrazo acompañándolas.
Gracias, Cristino. Un abrazo para ti también.
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