Tiene su dulce
mirada
la luz del amanecer,
la más hermosa
alborada
del día que empieza
a nacer.
El fulgor de su
inocencia
brilla en toda su pureza
con sublime transparencia
y la máxima belleza.
Un punto de picardía
sin maldad, sin
artimañas,
juega con suma alegría
entre sus finas
pestañas.
Su curiosidad despunta
y en su asombrada
mirada
late siempre una
pregunta
apenas insinuada.
Son sus ojos dos
diamantes
que iluminan sus mejillas
juguetones y brillantes…
¡Auténticas
maravillas!
Nada puede ser más
bello
ni mover tanto
cariño
como el mágico
destello
de la mirada de un
niño.
Alma en el verso
2 comentarios:
Jeje, me ha encantado. Gracias
pocas imágenes hay tan expresivas a nuestros ojos como mirar a los ojos de un niño y sumergirse hasta el fondo de su corazón; lo dicen todo.
biquiños,
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