No obedecen sus pies
y caminan despacio
acusando el bastón
el temblor de sus manos
pero siguen andando
uno al lado del otro.
La memoria va y viene,
los nombres se alborotan,
las palabras no salen,
tropiezan en la boca
y uno espera del otro
el impulso de un soplo.
Los oídos se cierran
y los ruidos acosan,
los acuerdos no llegan,
los reproches enojan
y los gestos se tuercen
contrayendo sus rostros.
Un vahído, un tropiezo
y se quiebran sus pasos
hasta hacerles caer
esperando unas manos,
unas manos que el otro
tenderá cuidadoso.
No obedecen sus pies,
ya no alivia el respiro
ni el bastón en que apoyan
temblorosas sus manos,
pero siguen en pie,
caminando despacio.
Yo los veo marchar
y me quedo pensando
con el alma encogida
y el corazón temblando,
viendo como se van,
uno al lado del otro.
Alma en el verso
6 comentarios:
a eso podemos llegar todos.
¡que miedo me da la enfermedad y la vejez!
biquiños,
Tendremos que asumir lo que la vida nos depare... pero créeme, comprendo muy bien ese temor, Aldabra.
Gracias y un abrazo.
Es un hermoso poema, qué dura es la realidad, se nos transmite tal cual. Claro rescatamos ese acompañarse, ese velar uno a otro, pero que triste es la realidad amiga.
Mis felicitaciones nuevamente, un abrazo grande!
Elisa
Cierto, Elisa... una dura realidad al lado de esa inmensa ternura que se siente al verles juntos y cuidándose el uno al otro.
Muchas gracias y un abrazo
Tierno poema, Luisa y bien traído. Retrata perfectamente del final de la existencia de casi todos los seres humanos, que dejaron la mayor parte de sus fuerzas en el camino.
Felicidades y un abrazo.
Muchas gracias, Cristino.
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