La alegoría del
bien
que lucha fervientemente
contra el mal,
siempre presente,
brilló tarde y
noche también,
en el fulgor del
ambiente.
El corazón de La
Seo
fiel al ardiente deseo,
brilló de forma muy
viva
con la
luminosidad
de esa noche tan festiva
y latió ágil,
vigoroso,
recordando a la
ciudad
que aún es fuerte
y poderoso
para combatir la
maldad.
Pájaros de mal
agüero,
animales
fantasmales,
y demonios
ancestrales
de porte altivo y
altanero
salieron de su
agujero
y
recorrieron las calles
las plazas y
soportales
en glorioso
pasacalle,
con el fuego
entre sus manos,
asustándonos en
vano,
queriendo
hacernos creer
de forma plena y
real
que la hermosa
catedral
esta vez, sí iba
a caer.
La vimos caer
entera
con sus muros y
vidrieras,
que quedaron por
el suelo
despertando el
desconsuelo
del que tal
imagen viera
y la vimos
resurgir
de sus cenizas
ardientes,
brillando
radiantemente,
con su corazón
longevo
volviendo de
nuevo a latir,
fuerte y
acompasadamente,
renovando su mensaje
de que el bien es
el lenguaje
para hacer un
mundo nuevo.
Alma en el verso
1 comentario:
Maravillosas imágenes como maravilloso tu poema. Me alegro que disfrutaras de ese precioso espectáculo. Un abrazo
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