Empujada por ráfagas
de viento
elástica se dobla y
balancea
mientras su frágil
talle se mimbrea
presa del angustioso
movimiento.
Y en medio de ese
batallar violento
el latido en la sien
le martillea,
no hay más opción que alzarse en la pelea
mientras le quede un
mínimo de aliento.
Todo tiene su fin y
su momento,
el fin de la tormenta
que la abate
llegará a encontrar
también su instante.
Y cuando llegue el
sol acariciante,
tendrá que conciliar
cada fragmento
que la ferviente
lucha le arrebate.
Mientras la vida late
por más que duela y deje cicatrices,
por más que duela y deje cicatrices,
hay que seguir,
sujeto a las raíces.
Alma en el verso