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Aquella tarde -
Lo mirara de
frente o de costado
en la mirada lo
llevaba escrito,
sus ojos, de un color acastañado,
se abstraían mirando al infinito.
Era la imagen
fiel del abnegado
que asume la
caída de un gran mito,
de un bello sueño
por el que ha luchado,
sin decir nada,
amordazando el grito.
Y esa tarde la
llevaré en el alma,
como he llevado
siempre su sonrisa,
esa dulce sonrisa
siempre en calma,
clara muestra de
su bondad sumisa.
Tarde gris y
desapacible en Palma,
en el aire sus
ojos, su sonrisa,
flotando entre la
brisa
y en el alma la
herida de una espina,
la de un ser que
amo al que el dolor inclina.
Alma en el verso